Fruto del trabajo conjunto y con una metodología participativa que no sólo implica a profesionales sino también a los/as adolescentes que parte del análisis de la realidad y la detección de las principales necesidades, se ha podido definir un perfil de mayor riesgo en función de factores individuales, familiares y comunitarios que permita priorizar líneas de intervención educativa y  definir objetivos de cambio realistas. Dada la influencia de las nuevas tecnologías en toda la población, pero especialmente en los/as adolescentes, se han diseñado herramientas interactivas acompañadas de soporte en papel que impliquen al adolescente como el principal protagonista de su proceso educativo y le ofrezcan alternativas que le ayuden en su capacidad de elección y toma de decisiones para consensuar mensajes y acciones que le permitan  afrontar situaciones de riesgo y evaluar sus progresos. De esta forma la progresiva adquisición de autonomía va acompañada de una mayor confianza y seguridad en sí mismo/a través del autoconocimiento de habilidades y capacidades, la identificación de sus emociones y la gestión de las mismas para construir un sistema de valores que refuerce su personalidad y le permita vivir su proceso de crecimiento personal como algo positivo y no como algo de lo que deba evadirse mediante el consumo de drogas o la dependencia de las nuevas tecnologías.